El control de calidad se ha transformado en otra etapa más de la industria. Y no solo por la necesidad de los fabricantes de adaptar sus productos a las normas y estándares de seguridad o de otro tipo que se imponen bajo las distintas normas. También para satisfacer a unos usuarios que cada vez tienen mayor cantidad de alternativas entre la competencia, y cada vez están más informados sobre la calidad y características de los productos del mercado.
Por tanto, es el propio fabricante el que debe asegurarse de que sus productos cumplan unos estándares básicos y tengan una calidad suficiente como para tener clientes contentos (fidelizar). Además, estos controles de calidad también le sirven a la industria como un buen feedback para mejorar la producción, y abaratar costes derivados de fallos o devoluciones.